lunes, 15 de junio de 2009

Y el dolor me lleva contigo...

Miro tras la ventana como llueve. Espero. Y observo como las gotas resbalan por el frío cristal, igual que mis lágrimas caen por mis mejillas. En el vaho del cristal escribo tu nombre. Y lo borro. Lo borro al apoyarme en el cristal, al sollozar contra él, al derrumbarme al suelo y caer. Me siento apoyando la espalda en la pared. Me abrazo las piernas. Lloro y grito. Lloro. Las lágrimas anulan mi visión, y por un momento te creo ver. El tiempo se detiene. El mundo vuelve a tener color. La vida vuelve a merecer la pena. Pero al abrir los ojos me doy cuenta de que tan sólo son las sombras de la luna en la penumbra de la casa. El silencio controla mi estado, y el tic tac del reloj parece que hace que mi corazón siga latiendo. Con su ritmo. Tic tac, tic tac... Nunca había sentido la soledad tan cerca, y lo que es peor, nunca había sentido que ella sería mi inseparable compañera durante el resto de mi vida. Estoy sola. Desorientada. Vieja... Pero sola, muy sola. La lluvia agrava la melancolía y los golpes de las frías gotas gotas sobre el cristal se van volviendo más fuertes, y silencian así los pedazos de mi corazón roto al caer sobre el suelo. Así, dejo de oír el reloj, dejo de ser consciente de mi vida. El dolor ha desgarrado mi vida para siempre. Soñé con amarte siempre, y te fuiste en el alba, como cada mañana, pero esta vez para no volver jamás. Y así, tirada en el suelo, llorando por ti, por el único amor que he sentido nunca en la vida, me dejo llevar...

[Dedicada a una gran mujer]

jueves, 4 de junio de 2009

A veces no puedo dormir

La noche te atrapa a menudo sin poderlo evitar, y tiñe tus sueños de negro, viste tu vida de un color oscuro y tenebroso... Mantienes los ojos abiertos, esperando ese rayo de luna que te ayude a encontrarte, a conciliar tu sueño con tu vida, a encontrarte a ti una vez más, a dibujar una sonrisa dulce en los labios antes de cerrar los ojos de nuevo... Temo a la noche cuando no me arropas con tus brazos, temo a la oscuridad cuando sé que no me miras... Tumbado en la cama, dando vueltas y más vueltas, afinando el oído, escuchando conversaciones fugaces, los pasos del amante, las risas contenidas, los llantos de la chica que en su portal intenta hacer frente a la soledad que la acompañará de ahora en adelante, mientras un coche enfrente de ella se marcha sin bajar apenas la ventanilla, sin volver la vista atrás, sin recoger sus lágrimas saladas, y amargas. Se recompone, ya se siente fuerte para empezar a fingir su vida... para actuar ante todos diciendo que está bien, que ahora es más feliz... Pero al llegar la noche, seremos dos almas en vela, dos almas incapaces de dormir, oyendo los ruidos ajenos, acpetando el hecho de que ahora estamos solos... A veces no puedo dormir, e imagino mi vida en tercera persona...

[Noche de insomnio]