lunes, 18 de junio de 2007

¿Es el amor una fantasía o un fervor? ¿Cuántas veces habré oído o leído esta frase? No lo sé, la verdad, o a lo mejor tan sólo la he escuchado una vez y la he hecho mía, porque la he sentido, porque se ha apoderado de mí, porque forma parte de mí. Ahora estoy en esa época en la que esa frase me va seduciendo, me abandono a ella y me pongo a pensar en ti. Nunca te he sentido tan cerca como ahora te siento, nunca te había querido como ahora te quiero y nunca había soñado tanto contigo como lo hago ahora. ¿Te das cuenta que formas parte de mi vida, de mi realidad? ¿Y si así es, tengo que desechar el que el amor sea una fantasía? No lo sé, la verdad. Pero sí sé lo que siento dentro de mí. ¿Pero es una fiebre? No lo sé, realmente... ¿Quién sería capaz de responderme a estas preguntas? ¿Tú, tal vez? Pienso en ti, y te pongo tantas caras, tantos aspectos diferentes, tantos estilos... Y ciertamente no sé cómo eres aún, no he visualizado tu silueta, ni tu rostro. Pero sí sé cómo sientes. Te conozco por dentro, te siento, y tú me sientes a mí. Eso sí lo sé... Eres una persona buena, dulce y paciente, con un gran valor de la amistad que te confiere un sexto sentido en el amor, me aportas todo, me complemento a ti, eres mi gemelo en el mundo del romanticismo, tan iguales en lo esencial, pero lo suficientemente diferentes para no crear grandes discordias entre nosotros. Sé que en el breve tiempo que pasemos juntos compartiremos algo que para muchas personas no es más que un sueño. Sé que tu mirada me muestra lo que mis ojos no pueden ver, y por eso me dejo llevar por ti, porque sé que puedo confiar en ti, no nos hacen falta promesas porque nosotros estamos por encima de eso. Y cuando llegue el momento de hacer el amor contigo, compartiremos un lazo para el resto de nuestras vidas. Como ves eres la persona más cercana a mi corazón, la única que tiene el poder de entrar en él, de recoger la esencia, de impregnarte de mi amor por ti, dejémonos llevar por el mundo de sueños que creado para nosotros, y no te quedes sólo en eso, en una sombra, un espíritu efímero que pase por mi vida sin aportar nada a ella. Eso no por favor. Tenemos que ser valientes y enfrentarnos al resto del mundo si hace falta para demostrar que somos dos, que están unidos en uno solo, que somos dos enamorados deseosos de vivir esta vida que empezará a contar en el momento en que nuestro encuentro se vea realizado. Y hast entonces, querido amor, todo será un limbo. Vagaremos por el mundo siendo conscientes de que nos faltamos el uno al otro. ¿No sientes ya una ansiosa expectación?

[Pequeña reflexión después de haber leido "Orgullo y prejuicio"]

Carta a un amor perdido

Mi amor, mi querido y dulce amor, ¿qué ha pasado? Intento recordar cómo empezó nuestro final, ahora que es tarde, ahora sin ti... Tú me enseñaste el verdadero valor de la amistad, aprendí a ser yo mismo sin miedos, sin prejucios, sin armaduras. A tu lado conseguí hallar la felicidad que me fue negada desde pequeño, logré ver por primera vez en mi corta existencia que el amor no era algo ficticio, que se estaba convirtiendo en algo real, que el mundo giraba a nuestro alrededor. Juntos paseábamos por las calles de este viejo Madrid, juntos nos reíamos de la gente que pasaba, mientras con una bolsa de pipas y una Coca-cola pasábamos toda una tarde. Y ahora estoy aquí, en este lugar, en este parque, en este banco, donde tan buenos momentos hemos pasado. Fue aquí donde nos dimos nuestro primer beso, después de estar tú durnate más de dos meses intentándolo, y yo esperándolo. Aquí me pediste que fuera para ti , ese alguien especial, aquí hablamos por primera vez de nuestros proyectos juntos, aquí nos conocimos, aquí nos enamoramos. Inconscientemente, miro al lugar donde dejaste mmarcado que me querías, aquí, donde lo puede ver tanta gente, donde lo estoy viendo yo y lloro porque ya no estamos juntos, porque el destino que en un momento nos hizo tan dichosos, hoy decide separarnos. Y aquí es donde he venido a parar después de estar dando vueltas, después de estar andando hasta que me dolieran las piernas. No he podido soportar la noticia, no sé cómo voy a poder soportar el resto de mi vida, ya vacía sin tenerte a mi lado. Tengo tanto dolor por dentro... No sé cómo has sido capaz de hacerme algo así, no llego a comprender cómo has sido tan egoísta, tan absurdo, tan cruel... ¡Oh, amor mío, perdóname...! De verdad que estoy perdiendo la cabeza, y el sentido. A veces pienso que si pudiera arrancar de mi mente todos los pensamientos malos, lo haría, pero me quedaría la sensación de que también se irían con ello los buenos momentos que he pasado contigo. Así que, aquí y ahora, intentaré resignarme y hacerme a la idea de que no volverás a mi lado, al menos por un tiempo, al menos por esta vida... Querido, esta carta es a su vez un adiós para siempre y un hasta pronto. Me hubiera gustado tanto tenerte otra vez entre mis brazos, saborear el sabor de tus labios, reconocer de nuevo el olor de tu cuerpo, rozar tus manos llenas de esa suavidad que tú hacías tuya, mirar tus ojos y perderme en ellos de nuevo, y oír tu risa, tu voz, tus anhelos. Pero no, ya nada de eso es posible... Me vuelvo a preguntar qué hizo que nos separáramos tan bruscamente, tan absurdamente. Nosotros que podíamos presumir de no haber tenido ni una pelea, que tan solo algún mal enetendido nos apenaba nuestra relación. Sonrío. Parece que te veo aquí, enfrente de mí, llamando la atención, haciendo piruetas, haciendo el payaso... Lloro, y se me aparece tu imagen traslúcida, y tengo miedo de perder tu perfil, tengo miedo de no poder recordarte, de que se me olvide tu cara. Y ya no es miedo, es pánico la sensación que me invade por echarte de menos. Yo, que sólo te echaba en falta de un día para otro, ahora se presentan ante mí una sucesión infinita de oscuros días de lluvia eterna ya sin ti... Después de ocho años contigo, creciendo, desarrollándome como persona, madurando. Después de todo este tiempo, en el que nos hemos visto cada día, en el que la ilusión formaba parte de nuestras vidas, donde la rutina no existía, donde los detalles (los pequeños detalles) enriquecían este amor, este dulce y primer amor, que ahora duele, que me ahoga en un llanto sin fin, en una angustia que me retuerce las entrañas, que me da arcadas, me da ganas de morir... Es en estos momentos, cuando me gustaría creer en Dios. Ahora necesito su bondad infinita su gloria, su amor... Necesito un amor que me cure, que sane mis heridas. Yo, que en estos momentos estoy solo en la vida, que no tengo una familia que me reconozca como propio, porque ellos me dieron la espalda, renegaron de mí, de su sangre, de su hijo. Yo, que huí de mi pasado contigo por temor a que acabaran conmigo. Y tú, que tan valiente fuiste y te viniste conmigo a esta gran ciudad, aún cuando no éramos más que amigos. Ahí me enamoré de ti, ahí tuve miedo de perederte a ti también. Contigo creé mi concepto de familia, pequeña, ya que sólo éramos tú y yo, pero una familia, donde el amor y los sueños, donde el respeto y la sinceridad, donde la sonrisa y el "gracias" eran parte de nuestro mundo. Y ahora estoy aquí, en esta enorme ciudad, que tan pequeña se me hacía cuando estábamos juntos... Y si pienso que todo ocurrió por él. Porque tú me veías sufrir, porque me veías llorar por las noches, porque sabías que echaba de menos a mi madre y mis hermanas, a mi hogar. Y tú, que fuiste, que tuviste el valor de enfrentarte a él, el valor que me faltó a mí siempre para responderle. Volviste al pueblo, y le viste, lo sé porque me llamó mi madre para contármelo. Tú que sólo querías hacer el bien, a ti que te movía solamente la generosidad, fuiste a decirle que le quería. Tú te enfrentaste a mi orgullo, y ganaste, como siempre ganabas, pero te perdí... Te perdí en esa maldita curva, por tu maldita manía de ir deprisa, te perdí, es todo cuanto sé. Ya no hay culpables, ya no hay soluciones, ya no estás tú y eso duele, eso quema por dentro, y escuece... Sé que traías buenas noticias, que nos iba a recibir mi familia, que nos iban a aceptar, que nos iban a querer. Tú lo conseguiste, tú y sólo tú, porque eras obstinado y siempre te salías con la tuya. Me río al pensar en ti, porque te quiero. Es curioso, pero el sonido de un "te quiero" siempre me recuerda a tu nombre, a ese dulce nombre que pronunciado es como un suave aroma, como un soplo de brisa... Y así, lo pronuncio una vez más: David... tan etéreo... David... eres tú, mi dulce amor. Recuérdame, estés donde estés, y protégeme porque estoy solo sin ti, porque tengo miedo de todo... Te adoro, y lo sabes, y que te amo, te amo como sólo tú y yo sabíamos como hacerlo. Hasta pronto, amor mío.